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Alitas de pollo fritas con migas crujientes
Esta receta de alitas de pollo rebozadas ofrece un sabor casero y un toque gourmet que impresionará a cualquier comensal. La clave de su sabor inconfundible es la mezcla secreta de especias y la técnica perfecta de empanado.
Ingredientes
- 24 alitas de pollo
- 11⁄2 tazas Harina común
- 1 cucharadita sal
- 1 cucharadita pimienta negra molida
- 1 cucharadita pimentón
- 1⁄2 cucharadita pimienta de cayena
- 2 Huevos
- 1⁄4 taza leche
- 2 tazas pan rallado
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Procedimiento
Empiece por enjuagar las alitas de pollo y secarlas. Esto hará que los recubrimientos se adhieran mejor y resulten en unas alitas de pollo perfectamente empanadas.
En un bol grande, mezcle la harina, la sal, la pimienta negra, el pimentón y la pimienta de cayena. Es vital mezclar bien estos componentes para asegurar una distribución uniforme del condimento en las alitas de pollo.
En un bol aparte, bata los huevos y la leche. Esta mezcla servirá como capa intermedia entre la harina y la capa de pan rallado.
Rebozar primero cada ala de pollo en la mezcla de harina. Sacuda el exceso de harina antes de sumergirlas con cuidado en la mezcla de huevo. Por experiencia propia, he comprobado que usar una mano para la harina y la otra para el huevo ayuda a no ensuciar tanto.
Ahora pase el ala por el pan rallado hasta que quede bien cubierta, presiónela ligeramente para que se adhiera mejor. El pan rallado es la capa más externa, asegúrese de presionarlo sobre el ala para asegurar esa capa exterior crujiente.
Una vez recubiertas todas las alitas, colóquelas en el frigorífico durante 15-20 minutos para que el recubrimiento se fije. Este paso es esencial, ya que ayuda a que el recubrimiento se adhiera al pollo y evita que se caiga mientras se cocina.
Calentar el aceite en una freidora o sartén grande a 375F (190C). Fríe las alitas durante unos 10 minutos hasta que estén doradas. Recuerda no llenar la sartén, ya que esto baja la temperatura del aceite y puede hacer que las alitas se empapen más.
Una vez que las alitas hayan alcanzado un bonito tono dorado y estén crujientes al tacto, sáquelas del aceite y déjelas escurrir sobre papel de cocina. Esto absorberá el exceso de aceite y hará que las alitas queden aún más crujientes.